«Lo siento, Emilia, no puede formar parte de la R.A.E. porque su culo no cabe en una de nuestras sillas»
Como sabéis, la historia de la literatura (y la historia en general) está protagonizada por hombres y el papel de la mujer queda siempre relegado a un segundo plano. En Pseudónima, hemos querido dar comienzo a una línea donde la aportación femenina a nuestra historia sea destacada. Y esto podemos verlo ya en el nombre del juego.
Una de las autoras que forman parte de Pseudónima es la gallega Emilia Pardo Bazán. Además, es uno de los ocho pseudónimos que podemos adoptar para doblar nuestra puntuación al final de cada ronda. Como ya sabréis, en en Pseudónima tiene un aliado especial; no es otro que el que fue su amante durante veinte años, Benito Pérez Galdós. Si conseguimos acabar la ronda con doña Emilia siendo nuestro pseudónimo y teniendo la carta de Galdós frente a nosotros, sumaremos puntos extra.
Emilia Pardo Bazán perteneció a una familia adinerada, lo cual le permitió recibir una educación académica que aprovechó para llegar a ser la primera mujer en ser catedrática de Literatura en la Universidad Central de Madrid, la primera mujer en formar parte del Ateneo y llegar a ser la presidenta de la sección de Literatura, y la primera mujer en ser corresponsal de prensa en el extranjero.
Se casó con 16 años y abandonó a su marido cuando este le recriminó «la literatura o yo». La literatura, claro. Y decidió hacer una locura: ganarse por sí misma la vida, sin que ningún hombre la mantuviese.
Aprendió inglés, alemán, introdujo el naturalismo francés en España, fue Consejera de Instrucción pública y nombrada condesa por Alfonso XIII, defendió el derecho de la mujer a recibir una educación, la igualdad de oportunidades para todas las personas, el derecho al divorcio y la libertad sexual. Ya a comienzos del siglo XX denunciaba la violencia machista: «sale bastante barato dar muerte a una mujer».
Todos estos logros deberían haberla convertido en una de las personas más respetadas de la sociedad. Sin embargo, únicamente le sirvió para recibir insultos machistas: «gorda», «fea», «marimacho».
Como siempre sucede, al día siguiente de su muerte en 1921 los periódicos se llenaron de elogios y piropos hacia la figura de esta gran mujer y hacia su obra literaria; los mismos elogios que jamás le dijeron en vida.
Y es que le negaron el derecho a entrar en la Real Academia de la Lengua Española hasta tres veces cuando presentó su solicitud en 1912. Curiosamente, uno de sus más firmes opositores fue Juan Valera, autor naturalista que escribió Apuntes sobre el nuevo arte de escribir novelas donde menospreciaba el naturalismo de Emilia Pardo Bazán. Fue él también quien le aseguró que le ofrecería una silla de la R.A.E. si no fuese porque su culo no cabría en ella.
Finalmente, al igual que ya le había sucedido a Gertrudis Gómez de Avellaneda en el siglo XIX, le dijeron que no podía pertenecer a la R.A.E. porque esta era una cosa de hombre. Emilia se lo tomó con humor:
«Si los señores académicos no quieren verme entre ellos porque dedican las sesiones a contar chistes verdes, cometen un error: yo me los sé buenísimos».
Comentario (1)
[…] privada, pero a pesar de ello, se conoce que mantuvo una relación secreta durante varios años con Emilia Pardo Bazán. No obstante, su relación fue enfriándose ya que iba con frecuencia a Santander para estar con […]