La trágica vida de Sylvia Plath
Sylvia Plath es una de las poetas más admiradas del siglo XX ya que, pese a terminar con su vida con tan solo 30 años, dejó apasionantes escritos llenos de imágenes de desesperación, tristeza y sobre todo muerte, con la que tenía una particular obsesión. Durante su vida solo publicó un libro de poemas llamado Colossus y una novela semiautobiográfica, The Bell Jar, bajo el pseudónimo de Victoria Lucas. Sin embargo, tras su muerte se publicaron Ariel y otras colecciones de poemas, valiéndole uno de ellos, Collected Poems, para ser la primera poeta en ganar un premio Pulitzer póstumo.
¿Quién fue Sylvia Plath?
Sylvia Plath nació en Boston, Massachusetts, un 27 de octubre de 1932. Se podría decir que tenía una infancia feliz junto a la playa hasta que su vida da un giro inesperado en noviembre de 1940 con la muerte de su padre, al que ella adoraba. Tras esto, a lo que se unen diversos problemas financieros, la familia decide mudarse a la Wellesley, donde su madre imparte clases de secretariado en la universidad.
Sylvia siempre había sido una estudiante sobresaliente tanto en el colegio como en el instituto, tiempo durante el cual había ganado numerosos premios por algunas historias y poemas que había publicado en revistas. Pero fue durante la universidad cuando empezó a escribir sus versos más famosos y también cuando empezaron a salir a flote los síntomas de una fuerte depresión que la llevaron a intentar suicidarse por primera vez, arrastrada sobre todo por la muerte de su padre, tal y como nos describe en el poema Daddy:
I was ten when they buried you.
At twenty I tried to die
And get back, back, back to you.
I thought even the bones would do
Tenía diez años cuando te enterraron.
A los veinte intenté morir
Y volver, volver, volver a ti.
Creía que hasta los huesos lo harían.
(Daddy, Collected Poems, 1960)
Pero su desdichada vida solo acababa de empezar. Algo recuperada, y tras recibir terapia con electrochoque, decide continuar sus estudios y consigue una beca para estudiar en Cambridge, en Inglaterra, donde conoce al famoso poeta y que sería su marido, Ted Hughes. Tras seis años de matrimonio, dos hijos, infidelidades y malos tratos de Hughes (que salieron a la luz tras su muerte a través de unas cartas enviadas a su médico, y que él siempre ha negado…), circunstancias que la llevan además a intentar suicidarse en multitud de ocasiones, éste la abandona, dejándola totalmente desolada y sumida de nuevo en una gran depresión.
Un año después, en una mañana de febrero de 1963, Sylvia se levantó temprano, preparó el desayuno a sus hijos y, tras encerrarse en la cocina, metió la cabeza en el horno y abrió el gas…
Meses antes había escrito:
Dying
Is an art, like everything else.
I do it exceptionally well.
I do it so it feels like hell.
I do it so it feels real.
I guess you could say I´ve a call.
Morir
Es un arte, como todo.
Yo lo hago excepcionalmente bien.
Tan bien, que parece un infierno.
Tan bien, que parece real.
Creo que se podría hablar de vocación.
(Lady Lazarus, Collected Poems, 1962)